Esta es la intervención que realicé en la jornada de celebración del 18 aniversario de la creación del EAIA (Equipo de Atención a la Infancia i la Adolescencia) de l’Alt Empordà, el 21 de noviembre, en el cual, desde hace unos años, realizo tareas de apoyo técnico externo (supervisión y coaching):
Trabajar en un EAIA tiene poco de azar, pues hay muchos factores personales, familiares, emocionales, éticos, etc. que favorecen dedicarse a este trabajo. También la elección de pareja según la mayoría de investigaciones tiene poco de azar, aunque esto pueda parecer poco romántico. Bien, es un tema de otra conferencia.
El trabajo de un EAIA, como hemos escuchado hace un momento con los testimonios de tantas personas que han pasado o que continúan trabajando en el EAIA, es como la vida: es riesgo, son emociones, es injusticia, es justicia, son decisiones, son contradicciones, es dolor, es amor, es humor … y por eso se necesitan profesionales con mucha madurez, motivación, buena formación y experiencia profesional sino… cuando lleguen al EAIA tendrán más riesgo de no ayudar bien a l@s niñ@s y adolescentes, de sufrir burn-out y de dejar el EAIA de forma prematura.
Escribiendo esto he recordado una canción de Ruben Blades. Os propongo que cada vez que yo diga «rumbero» digais «EAIA» y porque no, «supervisor»:
Para ser rumbero tú tienes que haber llorado
Para ser rumbero tú tienes que haber vivido
Tú tienes que haber soñado…Y haber reído…
Para ser rumbero tienes que sentir por dentro
Emociones dulces que agiten tu sentimiento
Podrás cantar con sentido, podrás tener buena voz
Pero nunca seras rumbero si te falta corazón
Para ser rumbero tienes que amar a la gente
Y tener el alma tan clara cual sol de oriente
Tú tienes que ser sincero…
Y entonces serás rumbero…
Si tú quieres ser rumbero
Tienes que entender, que nada sabes
Tienes que saber cuándo cantar
Y también cuando adornar
Si tú quieres ser rumbero
Tienes tienes que tener la llave del barrio.
Tienes que tener la experiencia del barrio y como vivir.
Llach cantaba: «Yo también he dormido al amanecer ...» y yo digo: yo también he trabajado en un EAIA, concretamente, en la Ciutat Vella de Barcelona entre 1990 y 1997. Después, ya entrenado a vivir en el riesgo, decidí dejar la vida de funcionario y trabajar persiguiendo mas sueños haciendo consultoría, formación, supervisión y coaching de equipos para las administraciones públicas. Es a partir de ahí que me llaman desde el Consell Comarcal de l’Alt Empordà para dar soporte técnico al EAIA.
Me llaman supervisor, pero la palabra no me acaba de convencer, entre otras cosas porque no hay consenso sobre su significado y práctica, me gusta mas comadrona o facilitador de cambios. Para mí la supervisión, entre otras cosas, es superar las dicotomías entre hacer y pensar, y entre pensar y sentir: «es poner a trabajar las teorías». Las teorías se han de ver desde el mundo y no el mundo desde las teorías. Estas deben ser repensadas desde cada lugar en donde se interviene, dando creatividad a la relación cada vez diferente entre alguien que pide / necesita ayuda y el supuesto donante.
Con todas estas mujeres valientes del EAIA durante varios años hemos hablado, escrito, reído, llorado, superado la desesperanza, la rabia, la tristeza, la incomprensión, bajar a la impotencia, subir a la omnipotencia e intentar encontrar el sano equilibrio. Todo ello a través de diferentes metodologías y técnicas, porque si te ven venir pierdes el efecto sorpresa y ponen en marcha los mecanismos de defensa; D
De todos estos años he elegido como ejemplo el trabajo de seis meses durante el 2012 al que se ha hecho mención antes por diferentes personas del EAIA. Después de un tiempo supervisando la intervención con casos provoqué al equipo diciéndoles que si eran expertas en el cambio, en diseñar objetivos y en planes de mejora de las personas y se pasaban el día diciendo lo que los demás debían hacer, a ver si cada una de ellas tenía el valor de ponerse en la piel de las familias e intentara alcanzar SÓLO un objetivo de mejora personal-profesional relacionado con su trabajo en el EAIA y elegido por cada una de ellas. A las familias se les plantean muchos objetivos y muchas veces no elegidos por ellas. O sea que de entrada era fácil, pero después fue muy difícil.
Recordad… Para ser rumbero tienes que sentir por dentro
Podrás cantar con sentido, podrás tener buena voz
Pero nunca seras rumbero si te falta corazón
Y mejor que explicarlo yo, a partir de aquí copio lo que Cristina Cantarero (coordinadora del equipo) escribió resumiendo aquel trabajo de seis meses: «Realizamos un proceso de coaching, centrado en un plan de mejora personal, que nos ayudara a crecer como personas y como profesionales. Hacer una «mirada hacia dentro» es a menudo más incómodo y difícil que una «mirada hacia fuera» pero que ayuda a crecer como equipo. Implicarse en un proceso de coaching individual provoca «vértigo» y genera un proceso de reflexión, a partir de las debilidades y potencialidades individuales, del análisis de cómo «me veo a mí mismo» y como » me ven los demás «. Son procesos que difícilmente se hacen de forma espontánea y se han de inducir. Podemos hacer un paralelismo entre la dinámica y los flujos de relación / comunicación que se establecen entre los diferentes miembros de una familia y las personas que conforman un equipo.
Los profesionales que nos implicamos en este proceso de mejora debemos superar cuatro escalones o niveles de trabajo:
- Un primer escalón implica un proceso de reflexión, a partir de nuestra propia percepción, pero sobre todo de las de los demás. En este trabajo te ves «obligado» a poner las cartas sobre la mesa, en «desnudarte» y mostrarte realmente como eres, como actúas, con los propios defectos y las propias virtudes … Comporta un gran esfuerzo a nivel personal, remueve sentimientos, positivos y negativos, implica cambios en la manera de hacer y estar, tanto en relación a uno mismo como en relación a los otros. En definitiva se está haciendo un proceso de crecimiento personal para que repercuta en el ámbito grupal.
Recordad… Para ser rumbero tú tienes que haber llorado
Para ser rumbero tú tienes que haber vivido
Tú tienes que haber soñado…Y haber reído…
2. El segundo escalón de trabajo es el período de movilización, de actuación, de generación de cambios … El crecimiento personal dependerá del aprovechamiento y del «poner en juego» las orientaciones, las nuevas estrategias y las herramientas de apoyo que nos ofrece el coach para poder modelar nuestra manera de hacer, y convertir las debilidades en potencialidades.
Recordad … Tú tienes que ser sincero …
Y entonces serás rumbero …
3. El tercer escalón lleva implícito el traspaso del trabajo individual al ámbito del equipo, hay que pasar a la puesta en práctica de los objetivos y las acciones / estrategias acordadas El ejercicio del plan de mejora individual, conlleva una mejora en la comunicación, los flujos relacionales y la confianza en las personas del equipo, y por lo tanto una crecimiento grupal. La tensión de grupo puede convertirse en identificación de problemas, al compartir diferentes puntos de vista, en consensuar acuerdos, en relativizar situaciones ya respetar los tempos de trabajo de cada uno. En definitiva situarnos en la posición del otro, a partir de la comunicación positiva y asertiva. Recuerda … Para ser rumbero tienes que amar a la gente Y tener el alma tan clara cual sol de oriente Tú tienes que ser sincero … Y entonces serás rumbero … O como dice otra persona del EAIA: “Ha contribuido a conocernos a nivel personal. Aunque hace años que nos conocemos, no habíamos trabajado y profundizado más en este nivel más personal y relacional, lo que ha mejorado la comunicación y la interrelación”.
4. Y el cuarto escalón, que representaría el éxito del proceso de coaching, es la repercusión que este plan de mejora personal / grupal ha tenido sobre los planes de mejora de nuestros niños y sus familias».
Como conclusión, este EAIA adolescente, que este año ha llegado a la mayoría de edad, está lleno de energía y de innovación como muestran los ejemplos recientes de elaborar y presentar públicamente: sus valores, la metodología de planes de mejora, los dípticos de presentación del EAIA para niños, adolescentes y familias y esta celebración de aniversario. Ah! Y ha de reencuadrar la relación con sus padres.
Finalizo con Nelson Mandela:
Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados.
Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos más allá de cualquier medida.
Es nuestra luz, no nuestro lado oscuro lo que más nos da miedo.
Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, con talento y fabuloso?
En realidad, ¿Quién eres tú para no serlo?
José-Manuel Alonso Varea http://www.alonsovarea.com
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